VUELTA DE LOS ENVIADOS
30 Los enviados se congregaron donde estaba Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y todo lo que habían enseñado.
31 Él les dijo: “Vengan ustedes solos aparte, a un lugar despoblado y descansen un poco”. Es que eran muchos los que iban y venían, y ni para comer encontraban un momento propicio.
32 Se marcharon en la barca, a un lugar despoblado, aparte,
33 pero, mientras iban, muchos los vieron y los reconocieron.
Entonces desde todos los pueblos, fueron corriendo por tierra a aquel lugar y se les adelantaron.
30 Los enviados se congregaron donde estaba Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y todo lo que habían enseñado.
Los Doce, que habían sido enviados de dos en dos por Jesús (6,7), vuelven de su viaje tras haber terminado su actividad. El verbo “congregarse” indica, como en otras ocasiones, que los que se reúnen con Jesús mantienen las categorías del judaísmo. Esto significa que en la tarea realizada, han actuado por la idea de la restauración de Israel y han hecho creer que esa es la intención de Jesús. Continúa pues, la incomprensión de los discípulos (4,10.34.41; 6,13). No han entendido las parábolas ni asimilado el secreto del reinado de Dios (4,11). Tampoco les han servido las explicaciones de Jesús (4,34). El uso del presente histórico (“se congregan”) indica que esta mentalidad seguía presente en la época de Marcos.
Informan a Jesús de cuál ha sido su labor, sin omitir nada (“todo lo que habían hecho”) . Se refieren a lo descrito en 6,12, es decir, proclamar la enmienda, expulsar a los demonios y animar a los desalentados (unturas de aceite a los postrados), fomentando la esperanza de la restauración nacional. No han seguido en nada las instrucciones de Jesús.
Pero añaden todavía un dato nuevo: “han enseñado”, para lo que tampoco habían recibido encargo de Jesús. De hecho, el verbo “enseñar”, que en Marcos, significa proponer el mensaje tomando pie del AT., Jesús no lo delega a nadie, y Él lo ejerce solamente ante oyentes judíos (1,21b; 2,13; 4,1; 6,1; 9,31) y nunca cuando habla a grupos en los que hay quienes no proceden del judaísmo (8,34; 9,35). Esto muestra que los Doce han limitado su actividad al territorio y a los círculos judíos.
Los Doce han asumido como suyo el derecho de enseñar, se han presentado como maestros. Pero como no han asimilado la enseñanza de Jesús (4,34) lo que han propuesto no puede ser otra cosa que la doctrina nacionalista judía, opuesta a la predicación de Jesús y que era lo que ellos pensaban que su Maestro había enseñado (4,10). Esta enseñanza carece de la autoridad que caracteriza a la de Jesús; no está avalada por el Espíritu (1,22).
La tarea a la que habían sido enviados era, en cambio, muy distinta: tomar contacto con toda clase de gentes, sin limitarse a los círculos judíos (4,35-5,1), para que cayeran sus prejuicios xenófobos. Desde el punto de vista de Jesús, el envío ha terminado en fracaso. No han seguido sus instrucciones, por lo que no habrá un nuevo envío de los Doce.
31a Él les dijo: “Vengan ustedes solos aparte, a un lugar despoblado y descansen un poco”.
Ante lo que cuentan, Jesús no los felicita, no les da ninguna señal de aprobación y ni siquiera alude a la actividad que han ejercido. De hecho, los Doce han falseado su mensaje, cerrando el camino al universalismo (6,12). Por eso, la reacción de Jesús es inmediata: quiere estar con ellos a solas. El verbo inicial “Vengan” es el mismo utilizado para invitar al seguimiento a Simón y Andrés, con la promesa de hacerlos “pescadores de hombres” (1,17). La actividad de los Doce, limitada al pueblo judío, ha mostrado lo alejados que están de Jesús y de su proyecto. Por eso Él les recuerda su primera invitación, esperando que renueven el compromiso de seguirlo. El uso del presente histórico (“les dice”) alude posiblemente a la permanencia de la situación en tiempos de Marcos.
Jesús quiere tener la ocasión de hablar a solas con los enviados, excluyendo al otro grupo de seguidores que han aparecido en episodios anteriores (“ustedes solos”). Quiere llevarselos “aparte”, expresión que en Marcos, es técnica para señalar la incomprensión de los discípulos. El lugar “despoblado” o “desierto” es figura de la ruptura con los valores de la sociedad judía (1,13). Allí, a esa ruptura quiere llevarlos Jesús. Marcos, acumula los términos para indicar la cerrazón de los discípulos al mensaje universalista.
El verbo “hacer descansar” se usa en Is. 14,3 para indicar la liberación que hizo Dios de la esclavitud de Babilonia[1], el segundo éxodo. Como en otros lugares del evangelio[2], Marcos, alude a un pasaje profético que trata de un éxodo para indicar que la acción de Jesús con los discípulos pretende sacarlos de la esclavitud ideológica en que se encuentran.
El descanso que les ofrece Jesús es transitorio (“un poco”). Una vez alcanzada la liberación, deberán contribuir a la liberación de otros.
31b Es que eran muchos los que iban y venían, y ni para comer encontraban un momento propicio
Marcos, vuelve atrás en la narración para describir la situación en que se encontraban los Doce cuando Jesús los invita a ir a un lugar despoblado. Podría haberles explicado de nuevo el mensaje y su universalidad sin necesidad de cambiar de lugar, pero hay un impedimento: la mucha gente que va y viene para tomar contacto con el grupo, mostrando así que están de acuerdo con lo que los enviados han realizado y enseñado.
De hecho, los Doce reciben numerosas adhesiones (“eran muchos”). Se confirma el sesgo que han dado a su anterior actividad; han suscitado la esperanza en la restauración de Israel y el entusiasmo por el grupo, cuyo líder es Jesús. Las expectativas creadas por ese mensaje se interponen entre Jesús y la gente, y hace que ésta no busque ya a Jesús mismo.
De hecho, “los que van y vienen” no lo hacen para ponerse en contacto con Jesús; no van a Él, como se ha señalado en las ocasiones anteriores (1,32; 1,45; 3,7; 4,1; 5,21), sino tras los discípulos, como lo expresa el uso del plural de los versos 32 y 33.
Se tiene una situación paralela a la encontrada a raíz de la constitución de los Doce, cuando se congregó en la casa tal multitud de gente que no los dejaban ni comer (3,20). Ya se explicó en aquella ocasión el sentido de esta expresión, usada por los rabinos, para quienes el pan, era la Ley (3,20). El pan que los Doce tenían en “la casa” era el mensaje de Jesús, y deberían haberlo asimilado, pero la presencia de la multitud lo impidió.
La situación aquí es análoga. La necesidad de asimilar el mensaje (“comer”) que tienen los discípulos, se ve frustrada por el ir y venir de la gente. Los Doce posponen “el comer”, es decir, la instrucción de Jesús, para atender a los que acuden a ellos. El énfasis de la frase, poniendo en primer lugar la finalidad “ni para comer” muestra que era ésta la actividad más importante y urgente, ante la cual todo lo demás debía pasar a segundo plano.
En realidad, la situación es peor que la de 3,20, donde la imposibilidad de comer aparecía como independiente de la voluntad de los discípulos, siendo consecuencia inevitable de la presencia de la multitud (“no podían ni comer”). Aquí no es consecuencia inevitable, sino que los discípulos mismos juzgan más importante ocuparse de los numerosos adeptos que asimilar el mensaje (“comer”). Están absorbidos por esa actividad, sin contacto con Jesús. Inmersos en el trato con los visitantes, son ellos mismos los que “no encuentran momento propicio”. El entusiasmo que los circunda los ciega. Es un caso parecido al de Cafarnaún con Jesús (1,33), pero ahora los protagonistas del entusiasmo popular son ellos y se dejan arrastrar.
Lo sucedido con Juan Bautista, es decir, el fracaso de su movimiento por la inconstancia de la opinión popular, y con Jesús, rechazado en su tierra, después del entusiasmo de la población de Cafarnaún, no les ha abierto los ojos.
Jesús ha interrumpido la euforia invitándolos a marcharse a otro lugar. Lo primero que necesitan es un alto para recapacitar, para “estar con él” (3,14) y asimilar su mensaje, pues los que van y vienen no dan la adhesión a ese mensaje, sino al falso proyecto que ellos han propuesto.
32 Se marcharon en la barca, a un lugar despoblado, aparte,
33 pero, mientras iban, muchos los vieron y los reconocieron. Entonces desde todos los pueblos, fueron corriendo por tierra a aquel lugar y se les adelantaron.
Es la primera vez que Jesús invita a los Doce a ir a un lugar “despoblado”, “desierto”. Su invitación es aceptada; se marchan sin resistencia, dejando a la gente. Teniendo en cuenta que el desierto era el lugar clásico de los levantamientos populares, podrían entender la invitación de Jesús como una oportunidad para empezar el movimiento renovador de Israel. En el texto Jesús aparece integrado o diluído en el grupo (“se marcharon”). No se le nombra, su figura no es el centro ni se dice que los discípulos lo sigan (3,7; 6,1b).
“Van en la barca” (alusión a 4,1.36), la que sirvió para la travesía del lago (4,35-5,1). Esta barca representa la comunidad de los discípulos/Los Doce, como contrapuesta al resto de los seguidores (4,36: “otras barcas”). Se repite la mención del despoblado, lugar de la ruptura con los valores de la sociedad y también se repite la afirmación “aparte”, indicio de la incomprensión de que los discípulos dan muestra (4,34). La repetición de estos términos, antes y después del inciso central (v31), señala la importancia del tema. En la intención de Jesús, Él los lleva al lugar favorable para corregir la incomprensión, fuera del influjo de la sociedad judía. En la forma de pensar de los discípulos, van al lugar propio para suscitar un levantamiento popular.
Nótese el paralelo con lo sucedido en Cafarnaún narrado en 1,35: “y se marchó a un lugar despoblado”; 6,32: “y se marcharon (en la barca) a un lugar despoblado”. Ante el entusiasmo popular que los ve como líderes nacionalistas, Jesús invita a sus discípulos a hacer lo mismo que Él hizo en Cafarnaún.
La expresión “mientras iban muchos los vieron y los reconocieron” integra de nuevo a Jesús en el grupo, lo identifica con Él; a los ojos de aquella gente, Jesús y los discípulos forman una unidad. Esos “muchos” se añaden a los “muchos” que antes de la partida “iban y venían”, mostrando el gran eco que ha tenido la actividad de los Doce. El término “muchos” alude también a los “muchos” demonios expulsados y a los “muchos” curados durante esa actividad (6,13).
La gente que los ve y los reconoce desea el contacto con el grupo. Por eso van por tierra, con esfuerzo, corriendo, mostrando el extraordinario interés y la común idea que los impulsaba. En todo lugar hay gente que participa del ideal renovador propuesto por los Doce y que atribuyen a Jesús. La expectación se ha extendido: van “a pie” de “todos“ los pueblos. No va gente de las aldeas, donde había enseñado Jesús (6,6b), sino de núcleos de población más importantes, donde hay sinagogas, como en Cafarnaún. Por eso, esta multitud se hace representante de todos los judíos que habían recibido la enseñanza oficial y han aceptado la de los Doce, mientras rechazaron la de Jesús en la sinagoga de su tierra (6,1b-6a).
El grupo se dirige en barca al lugar despoblado/desierto que Jesús tenía pensado. A pesar de la afluencia de gente, los discípulos no han puesto resistencia pues para ellos la restauración de Israel no puede empezar más que en el desierto, el lugar clásico donde habían iniciado su actividad todos los cabecillas de los movimientos violentos y revolucionarios.
La gente que los ve durante el viaje y que por tierra se adelantan a la barca quiere también ella estar presente en el lugar desierto. Con ello va a impedir la calma que Jesús necesita para instruir a los discípulos.
[1] “Y sucederá que aquel día el Señor te hará descansar de tus dolores y de las duras esclavitudes con las que los has servido”
[2] El episodio del sordo-tartamudo es figura del grupo de los discípulos. En él Mc., alude a Is. 35,5 refiriéndose también al éxodo de Babilonia. Otra figura es la del ciego, donde alude a Jer. 31,32, y tiene como trasfondo el éxodo de Egipto. Como en tantos otros temas, hay varios pasajes de Mc., que aluden a un éxodo de los discípulos.