Marcos 1,16-21a

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LLAMADA A ISRAEL

16 yendo de paso junto al mar de Galilea vio a cierto Simón y a Andrés, el hermano de Simón, que echaban redes de mano en el mar, pues eran pescadores.

17 Jesús les dijo: Vengan detrás de mí y los haré pescadores de hombres.

18 inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

19 un poco más adelante vio a Santiago el de Zebedeo y a Juan, su hermano, que estaban en la barca poniendo a punto las redes,

20 e inmediatamente los llamó. Dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los asalariados y se marcharon con él.

21 y fueron a Cafarnaúm.

16 Yendo de paso junto al mar de Galilea vio a cierto Simón y a Andrés, el hermano de Simón, que echaban redes de mano en el mar, pues eran pescadores.

Marcos ubica a Jesús en Galilea, pasando junto a la orilla del mar o lago. No indica ni día ni hora. Podría haber sido cualquier día de la semana, excepto el sábado.

La escena se desarrolla “junto al mar”. La elección de este nombre (mar) evoca la idea del éxodo (alusión al mar Rojo) que sirvió de paso a Israel para salir de la esclavitud de Egipto.  Este mar es la frontera de Israel (orilla occidental) con el mundo pagano (orilla oriental). Con esta figura, Marcos abre un horizonte de universalidad.

Jesús ha comenzado su camino llamando, convocando. Está en Galilea. No va a buscar a Simón y Andrés; el encuentro con ellos se describe como algo causal.

Simón es presentado como un personaje desconocido (“cierto Simón”). Él y su hermano tienen nombres griegos. Pertenecen a un círculo judío no demasiado estricto. No se indica su procedencia o familia ni tienen un patronímico, sólo se afirma que son hermanos. La caracterización de Andrés como “el hermano de Simón”, parece indicar que éste era el mayor. La repetición del nombre de Simón hace resaltar su figura respecto a la de Andrés.

Hay que notar que en esta perícopa la llamada de Jesús se dirige a dos parejas de hermanos, dato subrayado por Marcos: Simón y Andrés; Santiago y Juan. La insistencia que hace el autor, de la calidad de hermanos de ambas parejas sugiere que Marcos tiene presente el texto de Ez. 47,13 donde el profeta señala las fronteras de la tierra que las doce tribus de Israel habían de recibir como propiedad hereditaria. En el reparto de la tierra, lo característico había de ser que todos los israelitas recibieran partes iguales, y esto lo formula el profeta[1]. Con esta alusión a Ezequiel Marcos indica que comienza la llamada a todo Israel a poseer la nueva tierra, el Reino de Dios (1,15), sin diferencias ni privilegios. La llamada de las dos parejas de hermanos tipifica la llamada a Israel. Esto explica que el autor describa como casual el encuentro de Jesús con cada uno de los dos grupos, y que los invite a seguirlo sin previo conocimiento o trato y sin poner condición alguna.

El único vínculo entre Simón y Andrés es el de hermandad, que es una relación entre iguales. Trabajan sin depender de otros ni tener a otros debajo de sí. No tienen barca, son pescadores de mano, es decir, son pobres.

Salvo en Ez. 47, la metáfora de la pesca tiene siempre en los profetas connotaciones guerreras y de conquista, tanto en Am. 4,2; como en Jer. 16,16. Más en concreto, la expresión “echar la red” se encuentra en el Antiguo Testamento. Solamente en Hab. 1,17, en donde se lee: “Echará su red y nunca cesará de matar naciones”[2].

A la luz de estos datos, la actividad de Simón y Andrés que están “echando sus redes parece indicar el espíritu nacionalista y violento de esta pareja de hermanos.

Al añadir Marcos la expresión -que podría parecer superflua- “eran pescadores”, subraya la disposición permanente de ambos hermanos a la acción violenta para sacar a Israel de su postración. Sin duda estaban cerca de los grupos zelotas.

Con esta descripción el evangelista hace ver que Jesús es consciente del espíritu que anima a estos hombres, opuesto diametralmente a su proyecto. Sin embargo, se trata de hombres que no están contentos con la situación y están cerca de un compromiso, aunque sea con la violencia, en procurar un cambio radical. Por eso son aptos para responder a la propuesta de cambio que Jesús propone, que en realidad tendrá un sentido mucho más radical y se realizará por medios completamente distintos.

17 Jesús les dijo: Vengan detrás de mí y los haré pescadores de hombres.

Al llamarlos, el evangelista menciona a Jesús por su nombre, señalando así la importancia de lo que va a decir y conectándolo con la mención anterior del nombre (1,14), que acompañaba su llegada a Galilea y la proclamación de la buena noticia de la cercanía del Reino.

La visión de estos dos hombres desconocidos, los primeros con quienes se encuentra Jesús, da pie a la invitación. Siendo el encuentro algo casual, la llamada no responde a alguna cualidad particular que Jesús haya descubierto en ellos, ni tiene carácter selectivo. Los invita sin entablar un diálogo previo. Lo único que ha visto en ellos es su actividad de pescadores, que es figura de su descontento con la situación. La llamada de Israel empieza, por tanto, con la invitación hecha a los círculos más inquietos, a los que experimentan el deseo de cambio.

Al llamar, Jesús no pone ningún tipo de condición. Su llamada se dirige a todo israelita inconforme con la injusticia (1,5.15) y supone conocida la proclamación anterior en Galilea. Breve y directa, su llamada responde a la urgencia del momento: “Se ha terminado el plazo. Está cerca el reinado de Dios” (1,15)

La invitación “Vengan detrás de mí”, muestra que Jesús se hace pionero de un movimiento y que desea que otros se sumen a Él. Los que la acepten tendrán que dejar su actividad normal para empezar una nueva forma de vida.

La aceptación supone la plena confianza en Jesús y la adhesión a su persona y a su programa, para ir detrás de Él, porque Él tiene que ir abriendo el camino que implícitamente aparece como totalmente nuevo.

La invitación de Jesús no es para ser fieles a un código legal o a una doctrina, sino para dar adhesión a su persona. Y esta adhesión se realiza a la manera de los profetas. 

De hecho, el texto de la invitación alude a 1Re. 19,20. La repetición en Marcos de la expresión “detrás de mí/detrás de él” (1,17.20) y la mención del padre de Santiago y Juan (1,20), así como el verbo “seguir” (1,18), remiten a la llamada de Eliseo por parte de Elías para que continúe su misión profética. Marcos construye esta escena sobre el esquema de la llamada profética. Según esta alusión, Jesús llama a las dos parejas de hermanos, es decir, a Israel, a ser continuadores de su misión participando de su Espíritu.

Al ser Elías, el Profeta de Fuego en el judaísmo, el prototipo del reformismo violento (Eclo. 48,1), la llamada de Jesús podía ser mal interpretada por Simón y Andrés, como la invitación a sumarse a un programa de corte violento. Al destacar Marcos como finalidad de la llamada, “pescadores de hombres” corrige cualquier posible equívoco.

La finalidad de la llamada es hacer de los antiguos pescadores, “pescadores de hombres”.  La pesca ordinaria es una actividad mediante la cual se saca a los peces de su medio natural para apropiárselos, produciéndoles la muerte. Se explica con esto el sentido figurado de la conquista violenta que tiene la pesca en los textos proféticos. En cambio, la pesca que propone Jesús pretende sacar a los hombres de un medio que los hace morir (mar/agua) para darles vida.

Pero la mención de los “pescadores que estaban pescando” alude a otro texto profético (Ez. 47,1-12), el único en el que la pesca no tiene sentido de conquista militar. El profeta describe cómo del atrio del templo renovado saldrá un manantial que irá convirtiéndose en un río caudaloso (471-3) que fluye hacia Galilea oriental y seguirá hasta Arabia y el mar. Sus aguas llevarán vida, contendrán una “enorme muchedumbre de peces” y “allí se pondrán pescadores a pescar”.  Este pasaje, que habla del futuro templo en el que habitará la gloria de Dios, implica que la existencia de este templo purificado (que supone la reforma de las instituciones) asegurará el alimento abundante para el pueblo, es decir, la vida y la prosperidad de Israel. El profeta da pie a las aspiraciones de los círculos reformistas judíos.

Pero Marcos cambia la imagen del profeta. Afirma que en el río no hay peces sino hombres y que la pesca no se hace en favor de los pescadores, sino en favor de los hombres que serán pescados. Al cambiar el sentido de la imagen, muestra que para Israel y para los demás hombres, la vida del reino no es efecto de un templo restaurado, es decir, de una renovación de la institución religiosa. Por el contrario, hay que sacar a todos del influjo de esa institución (la corriente de agua que tiene su origen en el templo) para que tengan vida. Así la invitación en boca de Jesús no tiene acento guerrero, sino de captación y de comunicación de vida, mediante una misión universal que no dependerá de la institución judía, ni se realizará según las expectativas reformistas del judaísmo.

La pesca que propone Jesús, pretende dar vida también a los pueblos paganos. Al designar como “hombres” (en vez de “hijos de Israel”), el objeto de la pesca señala la universalidad de la futura labor. Jesús no se propone formar un círculo cerrado ni limitar el alcance de su mensaje a la nación judía. Quiere atraer un número indefinido de individuos de todos los pueblos, abriendo así un horizonte universal al reinado de Dios.

La única condición para llegar a ser “pescadores de hombres” es el seguimiento. Jesús mismo capacitará a sus seguidores para ejercer la misión, mediante la comunicación de su Espíritu como lo ha indicado antes la alusión a Elías y Eliseo.

Sin esta capacitación no puede llevarse a cabo la misión que Jesús propone. Para realizar esta misión, Simón y Andrés tendrán que ir renunciando a sus antiguos ideales nacionalistas y reformistas, dejándose transformar por Jesús.

Al exigir el seguimiento como única condición, la llamada de Jesús no es, por tanto, una invitación particular hecha a Simón y Andrés, sino que está abierta a todo Israel. Al mismo tiempo representa el paradigma de toda llamada. Siempre que Jesús invite a seguirlo abrirá el horizonte de la futura misión. Desde entonces, seguimiento y misión son inseparables.

18 Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Simón y Andrés responden: “inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”. Lo siguen sin poner condiciones o pedir explicaciones y sin mediar diálogo alguno. Abandonan su modo de vida para dedicarse a la actividad que Jesús les propone en relación con el reinado de Dios. Su seguimiento equivale a la adhesión a Jesús y expresa, al mismo tiempo, la fe en la buena noticia proclamada por Él. La inmediatez en el seguimiento y la decisión de abandonar las redes muestran el extraordinario atractivo que tiene para ellos la propuesta de Jesús. De hecho, la invitación de Jesús responde a la ardiente expectativa de estos dos hombres y de ciertos círculos judíos que deseaban un cambio radical de la situación. Están dispuestos a abandonarlo todo para dedicarse a procurar este cambio.

Hay que preguntarse, sin embargo, si estos hombres han captado el verdadero alcance de la llamada de Jesús y el verdadero sentido del reinado de Dios. De hecho, a lo largo del evangelio de Marcos aparecerá constantemente su resistencia a la universalidad del mensaje de Jesús y al destino de éste. Tal parece que en realidad no entienden rectamente el contenido, ni el objetivo de la llamada. Interpretan el reinado de Dios en clave nacionalista y reformista. De esta expectativa Simón será el mejor ejemplo.

19 Un poco más adelante vio a Santiago el de Zebedeo y a Juan, su hermano, que estaban en la barca poniendo a punto las redes,

A poca distancia hay otro encuentro semejante al primero. Jesús detiene su marcha. La importante cercanía de este otro grupo de hermanos (“Un poco más adelante...”) indica que diversas tendencias conviven en la sociedad judía.

La barcaaunque destinada a la actividad, está inactiva; hay en ella hombres que están “poniendo a punto las redes”.

Teniendo en cuenta el significado de la red y la pesca en el caso de Simón y Andrés, la ocupación de Santiago y Juan muestra el deseo de la acción en la misma línea, lo que puede motivar la respuesta positiva a la invitación que van a recibir.

Al contrario que Simón y Andrés, estos hermanos llevan nombres de origen hebreo (“Santiago el de Zabedeo y su hermano Juan”) y no trabajan solos sino al modo de una pequeña empresa, en una barca, con el padre y unos asalariados. Los nombres hebreos señalan un círculo judío más apegado a las tradiciones que la anterior pareja de hermanos.

El vínculo de fraternidad está reforzado por la presencia y dependencia del padre común. En la cultura judía el padre era el modelo del hijo y su educador en la tradición. Ser hijo equivalía a parecerse al padre y comportarse como él.  Al ser “hijos de Zabedeo”, Santiago y Juan son garantía de continuidad de los valores representados por la figura paterna.

¿De qué es Zebedeo modelo? ¿cuál es la tradición y los valores que Zebedeo transmite a sus hijos?  Esto se descubre por las personas que están en la barca. En ella hay un jefe (Zebedeo), además de dos categorías de subordinados: los hijos (Santiago y Juan) y los asalariados (los empleados).

Lo que es Zebedeo en cuanto modelo de los hijos aparece por las diversas relaciones del grupo de personas que se encuentra en la barca. En ella hay un jefe, Zebedeo, y dos categorías de subordinados: los hijos y los asalariados. La figura de Zebedeo representa no sólo la tradición, sino también la autoridad o el poder. De sus subordinados unos tienen categoría de hijos, es decir, establecen con Él una relación personal y de privilegio. Otros no tienen esa categoría ni privilegio, su relación con Él es meramente económica.

La barca inmóvil en la que se encuentran Santiago y Juan representa un grupo social delimitado y estático, organizado por relaciones jerárquicas y de clase, cuyas características son el poder o autoridad (el padre), al que corresponde la dependencia o subordinación (los hijos y los asalariados). Dentro de los subordinados, la desigualdadbasada en la dependencia económica: los hijos/herederos tienen derecho a los bienes del padre; los asalariados no.

Como la primera pareja de hermanos, ésta segunda es paradigma de un sector de la sociedad judía más tradicional que el primero. En este grupo social, la autoridad se presenta como el modelo a seguir, reproducir y perpetuar. Y a pesar de esto, no faltan en este grupo quienes sienten inquietud y deseo de una actividad que cambie las cosas (“poniendo a punto las redes”).

20a e inmediatamente los llamó.

Como en el caso anterior, la llamada se realiza sin diálogo previo. La expresión “los llamó” resume la invitación hecha a los dos primeros hermanos, como lo muestra la reacción de Santiago y Juan “Y se marcharon tras él”, en consonancia con la invitación hecha a Simón y Andrés. La llamada incluye, por tanto, la misión.

Sin embargo, hay una interesante diferencia. El adverbio “inmediatamente” ahora está en relación a la invitación de Jesús y no en relación a la respuesta de los hermanos.

En este caso indica la prontitud con que Jesús llama a la segunda pareja de hermanos. La repetición del adverbio crea una relación entre los dos momentos. El segundo que depende del primero parecería indicar que Jesús, animado por la respuesta de los dos primeros hermanos, llama sin demora a los otros dos, aunque pertenecen a un círculo social distinto, más apegado a las tradiciones judías y más alejado de la igualdad que supone el reinado de Dios.

La llamada se dirige exclusivamente a los dos hermanos, no al padre ni a los asalariados. Solo quienes mantienen entre sí una relación de hermandad e igualdad pueden simbolizar la llamada de Israel y ser aptos para la misión universal. Y solamente quienes aspiran a un cambio de situación son llamados por Jesús a seguirlo.

20b Dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los asalariados y se marcharon con él.

También Santiago y Juan responden a la llamada. Estos no dejan las redes, sino al padre, figura de autoridad y de poder que domina, porque han renunciado a vivir en una sociedad edificada sobre el poder que oprime y pisotea, para construir una sociedad de igualdad. La repetición “en la barca” (vv 19 y 20) muestra la importancia de este dato. La barca estática y sin actividad es figura de un grupo judío tradicional y cerrado.

Simón y Andrés representan un grupo activo (“echaban las redes”) en contacto con el mundo exterior (“en el mar”). Santiago y Juan no tienen contacto con ese mundo (“en la barca”) y para ellos, pescar es sólo un proyecto (“poniendo a punto las redes”). Ahora dejan ese ambiente para seguir a Jesús.

21 Y fueron a Cafarnaúm.

Después de esto, Jesús ya no va solo. “Y fueron a Cafarnaúm”. Jesús que iba solo por la orilla del mar ahora va acompañado. Ya hay un grupo que lo sigue. Va a entrar con ellos en la sociedad judía.

Cafarnaúm era en aquel entonces, una ciudad importante. Aunque la capital oficial de Galilea era Tiberíades, por estar en un ambiente pagano, ordinariamente no era frecuentada por los judíos. De esta manera prácticamente la capital para los judíos era Cafarnaúm.

Las dos parejas de hermanos, aunque provienen de ambientes sociales diferentes, tienen en común su inconformidad con la existente situación de injusticia que se vive, y su respuesta positiva al llamamiento.

Para Jesús, aunque su llamada haya podido ser entendida de manera errónea, lo que cuenta por el momento es esa actitud no conformista y la expectación del reinado de Dios que ha encontrado en los llamados. Esto es lo esencial para seguirlo. Él intentará rectificar las interpretaciones equivocadas sobre su misión y sobre su persona.






[1] “La heredarán cada uno igual que su hermano”

[2] Afirmación referida a las conquistas de Asiria.

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