INCOMPRENSIÓN DE LOS DISCÍPULOS
17 Cuando entró en casa, separándose de la multitud, le preguntaron sus discípulos el sentido de la parábola.
18 Él les replicó: “¿Así que también ustedes son incapaces de entender? ¿No caen en la cuenta de que nada de fuera que entre en el hombre puede hacerlo profano?
19 Porque no entra en su corazón, sino en su vientre, y se echa en la letrina. (Con esto declaraba puros todos los alimentos).
20 Y añadió: “Lo que sale del interior del hombre, eso hace profano al hombre.
21 Porque de dentro del corazón de los hombres salen las malas ideas: libertinajes, robos, homicidios,
22 adulterios, codicias, maldades, engaño, desenfreno, envidia, difamación, arrogancia, desatino.
23 Todas esas cosas salen de dentro y hacen profano al hombre”.
17 Cuando entró en casa, separándose de la multitud, le preguntaron sus discípulos el sentido de la parábola.
Como en un pasaje anterior de Marcos, (3,20), la casa donde entra Jesús es figura del nuevo Israel, es decir, del círculo de los discípulos/los Doce. Para estar a solas con ellos, Jesús se separa de la multitud, que es el numeroso grupo de los otros seguidores. Estos no tienen que implicarse en los asuntos que tocan a la cultura y religión judía.
El hecho de que Jesús se separe sin más de la multitud implica que ésta no necesita que les aclare el dicho anterior (7,15). Siguiendo la exhortación inicial (7,14), esta multitud, que corresponde al grupo en torno a Jesús del discurso en parábolas (4,10), ha entendido el principio enunciado por Jesús, como entonces había captado el mensaje de las parábolas (4,34) y no necesita explicación.
Los discípulos, por el contrario, no lo han entendido. Es más, califican el dicho como una parábola, como un enigma, y no lo comprenden, como había ocurrido con la multitud judía y con ellos mismos respecto a las parábolas. Jesús no ha propuesto, sin embargo, una parábola, forma de exposición que él reserva para “los de fuera” (4,11). Tampoco ha propuesto un enigma, pues según la exhortación anterior de Jesús a los dos grupos de seguidores (7,14) los discípulos debían haber entendido sin dificultad. Pero no ha sido así, porque no han captado aún el secreto del reinado de Dios, su amor a toda la humanidad (4,11)
18a Él les replicó: “¿Así que también ustedes son incapaces de entender?”
La reacción de Jesús es inmediata, y el uso del presente histórico en el texto de Marcos, insinúa que la incomprensión dura en tiempos del evangelista. Jesús expresa su decepción y con su reproche, pone al grupo de discípulos al nivel de “los de fuera” (4,11), de la multitud judía que escuchó las parábolas, pero que debido a sus ideales nacionalistas, fue incapaz de entenderlas.
Los discípulos no comprenden, no porque el dicho de Jesús fuera oscuro, sino porque no pueden creer que signifique lo que dicen sus palabras. De hecho, su resistencia se refiere ante todo a la primera parte del dicho (7,15), que deroga las prescripciones de la Ley sobre los alimentos. Algunos discípulos habían roto con las tradiciones de pureza ritual (7,2), es decir, con la tradición oral sacralizada por los fariseos, y que Jesús ha calificado de tradiciones humanas opuestas a Dios, pero no entienden que Jesús anule toda la legislacion del Levítico y del Deuteronomio referente al tabú de los alimentos.
Ellos han aceptado que dentro del pueblo no hay discriminación, pero la supresión total de lo profano/impuro les resulta excesiva. Si no hay alimentos que puedan separar de Dios, desaparece una decisiva señal de identidad del pueblo judío, y se pone éste en el mismo nivel de todos los pueblos. Es decir, esto no solamente suprime la discriminación dentro de Israel, sino también la separación que la Ley de Moisés había establecido respecto a los pueblos paganos (Gn. 43,32; Lev. 20,24-26). La resistencia a comprender el dicho de Jesús muestra el espíritu nacionalista de los discípulos. Ellos aceptan la unidad de Israel, pero mantienen la idea de la superioridad judía respecto a los demás pueblos, basada en la posesión de la Torá.
18b ¿No caen en la cuenta de que nada de fuera que entre en el hombre puede hacerlo profano?
19 Porque no entra en su corazón, sino en su vientre, y se echa en la letrina. (Con esto declaraba puros todos los alimentos)
No han comprendido la razón del dicho de Jesús y él la explica. El alimento, lo que entra de fuera, no afecta a las actitudes del hombre (el corazón); entra solamente en un proceso orgánico (vientre-letrina) que no pertenece al terreno de lo moral.
Marcos, hace notar que Jesús rompe así todos los tabúes alimentarios. Todo lo que Dios creó es bueno y puede servir para el bien del hombre. El texto utiliza aquí el verbo “declarar puro” por oposición a “hacer profano”. De hecho, un alimento es impuro cuando está explícitamente prohibido, y la prohibición lo coloca en la esfera de lo no sacro o de lo profano. Al comerlo, el hombre se portaría como un pagano, como si no perteneciese al pueblo consagrado.
20 Y añadió: “Lo que sale del interior del hombre, eso hace profano al hombre.
21 Porque de dentro del corazón de los hombres salen las malas ideas: libertinajes, robos, homicidios,
22 adulterios, codicias, maldades, engaño, desenfreno, envidia, difamación, arrogancia, desatino.
23 Todas esas cosas salen de dentro y hacen profano al hombre”.
Jesús repite y explica el principio enunciado en 7,15b, constatando la posible actitud malvada del hombre, y enumerando actos que de ella proceden. El corazón denota la interioridad, como lo indica el texto mismo (“de dentro”). El corazón es la sede consciente de los comportamientos humanos; en él se sitúan las disposiciones permanentes (3,5; 6,52; 7,6), de donde dimanan los actos (2,6; 11,23). Nótese el uso del plural “los hombres” que subraya el carácter universal del dicho. De hecho, ninguna de las conductas o vicios que va a mencionar Jesús está ligado a una cultura o religión determinada; lo mismo pueden afectar a judíos que a paganos.
El texto subraya el aspecto de fuente propio del corazón: de él nacen las malas ideas o propósitos, los proyectos o intenciones contra el prójimo. La presencia del artículo “las malas ideas”, les da el carácter de título general de los actos o vicios enumerados (sin artículos), para acentuar su origen interno (Prov. 6,18: “Un corazón que maquina malas ideas”)
Marcos, enumera doce acciones o conductas que concretan las malas ideas o intenciones. Seis de ellas se expresan en plural, indicando acciones habituales, y seis en singular, señalando disposiciones viciosas. En el primer grupo, las cinco primeras conductas están comprendidas entre la búsqueda del placer (libertinajes) y la de la riqueza (codicias), tener más a costa de otros. Se intercalan tres (robos, homicidios, adulterios) que aluden a los tres primeros mandamientos generales de la segunda tabla del decálogo: “no robar, no matar, no cometer adulterio”. La mención de las maldades al fin de la primera parte del catálogo resume los diversos tipos de abominaciones.
La segunda parte, en singular, enumera disposiciones o vicios que son la raíz del modo de actuar perverso: dolo (es decir), engaño, fraude o traición, desenfreno, envidia, difamación o calumnia, arrogancia u orgullo y, por último, el desatino o irracionalidad, que hace valorar erróneamente la realidad. Entre ellas, algunas afectan primariamente a la persona (desenfreno, envidia, arrogancia u orgullo) y otras miran en primer lugar al daño que se hace al prójimo (engaño, difamación). Podría decirse que el desatino final califica las cinco disposiciones anteriores.
Puede deducirse que si ha sido elegido este catálogo es porque Marcos, considera que en estas conductas o vicios se encuentran los mayores obstáculos que impiden al hombre secundar el designio de Dios sobre él. Conociendo la praxis y la enseñanza anterior de Jesús, debe concluirse que estas malas ideas son particularmente funestas por oponerse radicalmente al amor al prójimo y frustrar, por eso mismo, el desarrollo humano. Unas absorben la vida del hombre impidiéndole centrarla en el amor a todos y en su propio crecimiento como persona; otras vician al hombre por dentro y lo llevan a causar daño a los demás, oponiéndose así frontalmente al amor, única senda de vida.
La expresión siguiente “todas estas cosas malas” como antes “las malas ideas” resume la enumeración precedente (Jer. 4,14). El final de la frase “salen de dentro y hacen profano al hombre”, forma inclusión con el v. 20: “lo que sale de dentro, eso hace profano al hombre”
Es decir, según estos dichos de Jesús, las distinciones entre puro/impuro o profano/sacro no proceden de Dios. La impureza o profanidad nace de la mala relación con las demás personas. Dios no ha creado esas distinciones, es el ser humano el que las causa con su conducta. Lo que aleja de Dios es hacerse daño a uno mismo o hacerlo a otras personas.
Así, Jesús libera de los preceptos esclavizantes de la antigua Ley. Pone como criterio de la cercanía a Dios el amor al prójimo y derriba la barrera entre judíos y paganos, condición para la creación de una humanidad nueva y fraterna. A lo largo del evangelio, Jesús va derribando los tabúes de Levítico y Deuteronomio. En el primer caso, los de la lepra, tocando al leproso (1,40) los de la muerte, tocando el cadáver de la niña (5,41). En este pasaje, los que concernían a la impureza de alimentos, objetos y personas (7,2.19). Para hacer posible la universalidad, toma distancia de la cultura judía y de su práctica religiosa.