Marcos 4,1-9

Imprimir


INTRODUCCION Y PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

1 De nuevo empezó a enseñar junto al mar, pero se congregó alrededor de él una multitud grandísima. Él entonces se subió a una barca y se quedó sentado, dentro del mar. Toda la multitud se quedó en la tierra, de cara al mar,

2 y se puso a enseñarles muchas cosas con parábolas. En su enseñanza les dijo:

3 ¡Escuchen! Una vez salió el sembrador a sembrar.

4 Sucedió que al sembrar, algo cayó junto al camino; llegaron los pájaros y se lo comieron.

5 Otra parte cayó en el terreno rocoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida,

6 pero cuando salió el sol se abrasó y por falta de raíz, se secó.

7 Otra cayó entre las zarzas; brotaron las zarzas, la ahogaron y no llegó a dar fruto.

8 Otros granos cayeron en la tierra buena y, a medida que brotaban y crecían, fueron dando fruto, produciendo treinta por uno y sesenta por uno y ciento por uno.

9 Y añadió: ¡Quien tenga oídos para oír, que escuche!

1a De nuevo empezó a enseñar junto al mar,

La frase inicial (“de nuevo”) hace alusión a 2,13, primera vez que Jesús enseñó junto al mar, y relaciona a los oyentes de esta enseñanza con los de aquella. Esto son pues, judíos de Galilea que han escuchado y aceptado el mensaje de la universalidad del Reino expuesto en el episodio del paralítico (2,1). Así lo indica el dato de la cercanía al mar, paso y apertura hacia los países paganos (1,16; 2,13; 3,7a).

Sin embargo, la situación es ahora diferente. Jesús ha roto con la institución y se ha propuesto eliminar su influjo en el pueblo (3,27). Recomenzar su enseñanza en público después de esta ruptura y volver a proponer su mensaje universalista (“junto al mar”) que implica el fin de las instituciones judías (2,18-22) que ha sido causa de su excomunión por parte de las autoridades, es un desafío a sus adversarios. Jesús no se acobarda ante la oposición oficial.

1b pero se congregó alrededor de él una multitud grandísima.

La enseñanza de Jesús al primer grupo se ve interrumpida por la presencia de una gran multitud. Marcos, vuelve a utilizar el verbo “congregarse” (1,32; 2,2) relacionado con “sinagoga”, de este modo indica que, a diferencia de 3,7b-8, donde se mencionaba “una muchedumbre enorme” compuesta de judíos y paganos, esta nueva multitud es exclusivamente judía y en número -“grandísima”- supera a las anteriores multitudes judías (2,13 y 3,20).

Esto significa que la actitud radical de Jesús, que ha provocado una violenta reacción por parte de los dirigentes (3,22) no ahuyenta al pueblo, que muestra total indiferencia por el anatema oficial. La difamación propalada por los letrados de Jerusalén no ha tenido eco en la masa. Por el contrario, la popularidad de Jesús es cada vez mayor; inspira más confianza que los dirigentes judíos. Los que acuden son pues, gente profundamente descontenta con el sistema religioso-social.

Por otra parte, el paralelo que crea el verbo “congregarse” con la reacción de la gente de Cafarnaúm (1,33: “La ciudad entera estaba congregada a la puerta”) muestra que esta multitud interpreta la ruptura de Jesús con la institución de igual modo que aquellos habían interpretado su actuación en la sinagoga (1,33 y 2,2). La gente ve en Jesús un líder reformista, pero conserva los antiguos valores e ideales del judaísmo; no conocen o no comprenden el mensaje de la universalidad ni sus consecuencias.

1c él entonces se subió a una barca y se quedó sentado, dentro del mar.

Al congregarse la grandísima multitud, Jesús interrumpe su enseñanza. El hecho de que acudan a él muestra una expectativa, y Jesús va a responder a ella enseñándoles, pero proponiendo su enseñanza de modo diferente. Ante todo, cambia de lugar; no continúa en la orilla mezclado con la gente; sube a una barca y se sienta en ella, a cierta distancia de la orilla (“dentro del mar”). La barca, relacionada con el mar, es en Marcos, figura de la misión. Por otra parte, el lugar elegido por Jesús para enseñar “dentro del mar” señala ya el horizonte universal del mensaje que va a proponer (1,16). Según el texto, sólo Jesús sube a esa barca; Él es el pionero del universalismo y se sitúa en el lugar que lleva al encuentro con todos los seres humanos.

1d Toda la multitud se quedó en la tierra, de cara al mar,

La multitud recién llegada se queda “en la tierra”, expresión impropia (Mt. 13,2: “en la orilla”), que ha de tener un sentido particular. Alude, sin duda alguna, a la tierra de Israel, la antigua tierra prometida. Quedarse en ella indica seguir aferrado a los ideales nacionalistas, en contraste con Jesús que está “dentro del mar”, separado de la tierra[1].

Sin embargo, al situarse Jesús “en una barca” obliga al gentío a estar “de cara al mar”. Es decir, desde el principio le da una clave para interpretar el lenguaje figurado que va a utilizar. Queda claro que su enseñanza no va a afianzar el nacionalismo judío, no va a tratar de las reivindicaciones históricas de Israel ni de su futuro, sino que va a proponer una apertura a las naciones paganas. Es una advertencia a la multitud: Jesús no es el líder que ellos esperan. A pesar de eso, la multitud que está “de cara al mar” mira el mundo pagano desde la tierra, es decir, desde el ideal judío.

2a y se puso a enseñarles muchas cosas con parábolas.

Jesús empieza de nuevo a enseñar, pero al nuevo público le propone el mensaje utilizando parábolas. La parábola es un relato ficticio y cifrado que pone de relieve, en clave, los rasgos que explican una situación, o bien, aclaran una doctrina o una manera de actuar. La índole de las parábolas explica la insistencia de Jesús en el escuchar y reflexionar.

La misma palabra griega “parabolé” -analogías- la ha usado Marcos, para describir el estilo de la respuesta de Jesús a los letrados de Jerusalén (3,23). El paralelo muestra que esta multitud participa de la ideología de los teólogos oficiales. El acercamiento a Jesús no ha implicado su ruptura con los principios de la institución judía.

Se confirma con esto, la mentalidad con que la gente “se congrega”; desea ver en Jesús un líder que reforme el sistema y haga cesar la opresión y la injusticia que ahora ejerce.

Jesús no tiene prisa; les enseña “muchas cosas con parábolas”. En esta circunstancia, las considera el medio más apto para presentar el mensaje a la multitud que no está preparada para una presentación abierta[2].

2b En su enseñanza les dijo:

3 ¡Escuchen! Una vez salió el sembrador a sembrar.

Marcos, no expone toda la enseñanza de Jesús; hace una selección. Tiene un plan teológico y utiliza el material de que dispone según las exigencias de ese plan. Jesús reclama la atención de la multitud, subrayando la importancia de lo que va a decir. En singular, este imperativo era clásico para comenzar una llamada a Israel en nombre de Dios, sobre todo en boca de Moisés (Dt. 5,1; 6,3; 9,1; 20,3 y Mc. 12,39). Como en otro tiempo lo hizo Moisés, ahora Jesús, superando la antigua Ley, va a proponer a la multitud el designio de Dios.

Pero la exhortación que hace Jesús presenta dos diferencias fundamentales respecto al “Escucha Israel” de Moisés. En primer lugar, omite la mención de Israel, y en segundo lugar utiliza el plural, que no interpela al pueblo como un todo, sino a cada uno de los presentes. De hecho, a partir del rechazo de Jesús por parte de la institución judía (3,6) y la consiguiente constitución de los Doce, (3,13) el antiguo Israel ha dejado de existir como pueblo elegido. En consecuencia, el mensaje no se ofrece ya al pueblo como tal, sino a los individuos que han fundado un nuevo pueblo.

La parábola comienza narrando un hecho figurado: la siembra. Por el hecho y los resultados de la siembra se ve que la figura del sembrador representa a Jesús mismo. Con todo, esta figura no es central en la parábola; el acento recae sobre la calidad de los terrenos y el resultado que se sigue. La parábola expone la suerte que, según la disposición de cada individuo, puede correr el mensaje del Reino que va a proponer Jesús.

4 Sucedió que al sembrar, algo cayó junto al camino; llegaron los pájaros y se lo comieron.

5 Otra parte cayó en el terreno rocoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida,

6 pero cuando salió el sol se abrasó y por falta de raíz, se secó.

7 Otra cayó entre las zarzas; brotaron las zarzas, la ahogaron y no llegó a dar fruto.

8 Otros granos cayeron en la tierra buena y, a medida que brotaban y crecían, fueron dando fruto, produciendo treinta por uno y sesenta por uno y ciento por uno.

Queda en segundo término la figura del sembrador; la atención se centra en una serie de sucesos, bien elegidos y agrupados, que afectan a la semilla. La organización de la serie muestra que la parábola está propuesta en vista de una interpretación alegórica y tal será su explicación (4,14-20). Por otra parte, el uso figurado de la siembra, el crecimiento y la cosecha para significar la actuación del hombre era común en el Antiguo Testamento y en la literatura judía y helenística.

Las vicisitudes de la semilla no se presentan como éxitos o fracasos del sembrador. Este siembra la misma semilla, pero en el campo hay terrenos diferentes. La semilla que cae en un terreno inapropiado encuentra adversarios u obstáculos y no produce fruto. En el relato, los terrenos son cuatro y van en progresión: desde el totalmente inadecuado para la siembra hasta el totalmente apto.

El primer terreno es el borde del camino, terreno duro, donde la semilla no puede penetrar. Su destino es previsible: desaparece sin dejar rastro.

El segundo caso está particularmente desarrollado y su clímax se precipita por la sucesión de verbos: “brotó”, “salió”, “se abrasó”, “se secó”. Esta semilla vive más tiempo que la primera, pero sólo penetra superficialmente; el terreno no le ayuda. Por no tener raíz, el sol, que debía ser un factor de vida, le causa la muerte. El dato descriptivo “por falta de raíz” invita a la interpretación figurada.

En el tercer caso hay tierra abundante, pero está ocupada por malas hierbas que impiden el pleno desarrollo de la semilla, la cual germina, pero no llega a madurar.

El cuarto terreno es el bueno, porque no sólo hay en él tierra abundante, sino que además está libre de obstáculos. La semilla fructifica siempre, y progresivamente alcanza un máximo: “treinta, sesenta, ciento”.

La semilla es un germen de vida que exige condiciones favorables para desarrollarse. En los tres primeros casos se malogra la semilla, pero el daño se va causando en estadios cada vez más avanzados. En el primero, antes de germinar, desaparece. En el segundo, apenas brota, se seca. En el tercero, ya crecida, no grana. Jesús clasifica las disposiciones con las que se recibe su mensaje, como él mismo lo interpretará después a sus seguidores. El caso de la tierra buena, con su detallada enumeración de la abundante cosecha, expresa figuradamente el éxito del mensaje. El número cuatro que indica totalidad, muestra que los casos citados compendian las posibles disposiciones de los que escuchan el mensaje.

9 Y añadió: ¡Quien tenga oídos para oír, que escuche!

A la parábola sigue una exhortación que enlaza con la inicial “¡Escuchen!” (4,3). La frase recuerda el texto de Dt. 29,1-3[3].  En ese texto, el “hasta hoy” dicho por Moisés sigue verificándose en tiempos de Jesús. Su exhortación es una llamada a la reflexión para comprender el significado de la parábola y sacar las consecuencias personales.

El obstáculo que puede tener la multitud para entender la parábola no puede provenir más que de su adhesión a los valores de la institución judía. Quedará explicado en la perícopa siguiente. El imperativo inicial “¡Escuchen!” reclama la atención sobre la parábola que Jesús iba a exponer. La parábola ha puesto el acento sobre la diversa suerte de la semilla, figura del mensaje, según el terreno en que caiga. La reflexión que pide Jesús en la exhortación final subraya la responsabilidad de cada uno en el éxito o fracaso del mensaje en él.




[1] Concuerda este dato con el uso poco común del verbo “congregarse” que, en Marcos, tiene una connotación de apego a los ideales de la sinagoga.

[2] Los dos momentos señalados por Marcos, en la enseñanza de Jesús, primero en la orilla, enseñando como en una ocasión anterior (2,13), luego desde la barca de modo nuevo, en estilo figurado, distingue dos clases de oyentes: aquellos a los que Jesús habla abiertamente y la multitud a la que lo hace sólo en parábolas. Esta distinción será expuesta por Jesús mismo al principio de la perícopa siguiente en 4,11.

[3] “Moisés convocó a todo Israel y les dijo: Ustedes son testigos de todo lo que el Señor hizo en Egipto… pero hasta hoy el Señor no les ha dado inteligencia para entender ni ojos para ver ni oídos para escuchar”.

Sagrado Corazón de Jesús | Logo
Afiliados Parroquia Sagrado Corazón de Jesús | Torreón, Coahuila | 2020 | 
Aviso de Privacidad