El peligro es dejarse engañar por los dichos de ciertos individuos y supone la credulidad del grupo. Jesús introduce un elemento de duda sobre el criterio de los discípulos, intentando socavar su seguridad; pretende impulsarlos a una vigilancia continua.
el grupo tiene acceso a Jesús y se dirige a Él sin estar físicamente a su lado. Esto confirma la conclusión expuesta antes: la escena muestra la presencia (no material) de Jesús glorioso entre los suyos, que aún no participan de su condición.
Por la invitación que hace a Jesús, se ve que el discípulo espera que éste comparta su actitud.
Su oferta es insignificante (dos leptos). Más que su contribución, Jesús va a poner de relieve su amor incondicional a Dios y su total confianza en Él.
Ahora Jesús, ante el pueblo, va a señalar el obstáculo que impide a los letrados ese reconocimiento: precisamente la idea que ellos tienen del Mesías.
Ahora Jesús, ante el pueblo, va a señalar el obstáculo que impide a los letrados ese reconocimiento: precisamente la idea que ellos tienen del Mesías.
Jesús, en cambio, destaca el mandamiento que resume la actitud exigida por Dios respecto a Él en la antigua alianza. Está interpretando el sentido profundo de la Ley. Recuerda a Israel que su único Señor es Dios, no los dirigentes que explotan al pueblo, ni el César que lo somete
La ofensiva de los dirigentes como corporación ha terminado. Ahora se manifiestan las divisiones entre ellos. Al partido saduceo, integrado por la mayor parte de la aristocracia sacerdotal y laica residente en Jerusalén.
Pretenden ahora que un Maestro tan sincero les dé una respuesta inequívoca que resuelva la cuestión legal y de conciencia que van a plantearle.
El envío del Hijo debería convencerlos. Pero ellos ponen sus propios intereses por encima de los de Dios y, una vez más, se niegan a reconocer sus derechos.
El hecho de que sea el Consejo en pleno el que aborda a Jesús para enfrentarse con Él, indica la gravedad de la situación.
Como se ha visto, Jesús no limita esta decisión al grupo de discípulos; incluye a otros partidarios o seguidores. Tampoco propone una decisión colectiva, sino individual de cada uno.
La acción de Jesús se dirige primero contra las personas, después contra las cosas. En primer lugar, echa del templo a vendedores y compradores, desautorizando así el comercio organizado dentro de él e, indirectamente a aquellos que lo legitiman.
Jesús ve de lejos una Higuera que ella ha echado las hojas, su apariencia es prometedora. Se acerca está ella con la esperanza de encontrar algo más que follaje, pero no encuentra nada más, porque el tiempo no había sido de higos.
Es la regla de Marcos cuando habla de la muerte de Jesús o alude a ella, de forma explícita o figurada la asocia siempre a la resurrección. En esta ocasión, la mención de Jerusalén anuncia la muerte; la del Monte de los Olivos, la resurrección
. En cuanto ve la necesidad, está dispuesto a actuar. Su disposición a seguir hasta el final, aunque sea solo, muestra la fidelidad de Jesús al Padre.
“Servidor” es el que por amor se pone a disposición de los demás miembros de la comunidad; “esclavo”/”siervo” es el que reconoce como señores o personas libres a los hombres de cualquier raza y condición y, por sentido de justicia, trabaja por la liberación de todos los oprimidos.
Ahora los protagonistas del relato son los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan. Jesús ha recordado a los Doce que están subiendo a Jerusalén y les ha expuesto con detalle el trágico destino que le aguarda en esa ciudad
El hecho de que este anuncio vaya dirigido solo a los Doce indica que el otro grupo de seguidores que también acompaña a Jesús en la subida a Jerusalén no comparte las expectativas triunfalistas de los Doce.
Resalta así, en primer lugar, la importancia que tiene para Jesús la persona humana. No cuentan en su comunidad el rango ni la riqueza, que no garantizan la calidad del ser humano, sino la persona misma.
Ya antes se imaginaban estar identificados con Jesús, cuando en realidad no aceptaban su programa. Jesús no les reprocha su infidelidad. Les expone el principio para que ellos mismos saquen las consecuencias.
La invitación de Jesús no le gusta al rico, le extraña y le desagrada. No se esperaba semejante propuesta. Lo muestra su semblante: “frunció el ceño”; luego “se marcha triste”. Ambas reacciones tienen por causa la riqueza.
También los discípulos desean el reinado de Dios, pero en términos de poder, prestigio y gloria. Sienten que el reinado llega con Jesús, pero no aceptan el modo como Él lo propone. Jesús pone en evidencia de nuevo la mentalidad de los discípulos, haciéndoles ver que lo que esperan es falso; no se puede tener la expectativa del reinado de Dios y abrigar ambiciones de dominio individuales o nacionales de cualquier tipo.
Jesús no cae en la trampa ni entra en la controversia de las distintas escuelas. Pregunta a sus adversarios por el fundamento de su postura y lo hace utilizando el término “mandar” que tiene que ver con los mandamientos. Sitúa así la cuestión en el ámbito de la voluntad divina.
Jesús reanuda el discurso interrumpido por Juan, retomando el tema de la acogida. Sigue dirigiéndose a los Doce y, al descubrir la acogida de que ellos pueden ser objeto (les dé de beber…), alude a la hecha a los “chiquillos”. Así, “dar un vaso de agua” es una expresión concreta de acogida y solidaridad.
El Israel mesiánico no soporta la existencia de un grupo de seguidores ajeno a sus propias categorías y pretende asimilarlo a ellas.
Han mostrado la ambición que existe en el grupo; buscan ser superiores, no creen en la igualdad; no se han desprendido de la manera de pensar común en el ambiente judío. Están organizando el retorno del Mesías-rey y discuten sobre quién ocupará el puesto más elevado.
La incomprensión de los discípulos es total. La enseñanza de Jesús es tan contraria a sus presupuestos, que son incapaces de entenderla. Por otra parte, les da miedo preguntarle, pues vislumbran que la explicación echaría por tierra su expectativa de triunfo.
No se explican su propia incapacidad; muestran extrañeza, sin entender que la eficacia de su acción depende de su identificación con Jesús. No han sido capaces de liberar al chiquillo porque su adhesión a Jesús es insuficiente, dado que no aceptan su programa mesiánico.
No hay que aguardar a que Dios ponga remedio a la situación; Él potencia al hombre y éste debe asumir la responsabilidad de la historia y construirla
Jesús está con ellos como siempre lo había estado: la gloria manifestada no separa a Jesús de los suyos. Contra la propuesta de Pedro, Elías y Moisés han desaparecido, no tienen ya misión en la historia, solo permanece en Jesús, y a ese Jesús de siempre es al que hay que escuchar; es Él el único maestro y profeta.
“La gloria” significa la realeza y condición divina del “Hijo del hombre”. Al decir Jesús: “con la gloria de su Padre” identifica al “Hijo del hombre” con el “Hijo de Dios” e indica que “la gloria” que adorna a Jesús es efecto de la comunicación a Él de la vida divina (el Espíritu).
Al asociar Jesús a la idea de Mesías la de Hijo del hombre, indica que el único y verdadero Mesías es el Hombre pleno, cuya misión no consiste en dominar sino en favorecer el desarrollo de los seres humanos, encaminándolos a la plenitud.
La respuesta de Pedro representa pues, un avance sobre la opinión de la gente, pero aún es inadecuada, pues no integra el sentido de las obras realizadas por Jesús.
Jesús transmite su Espíritu al ciego para hacerle posible la visión. Al mismo tiempo le aplica las manos, contacto directo que expresa la transmisión de energía/vida. El Espíritu/saliva permite distinguir lo que es de Dios de lo que no lo es.
Jesús, completada la exposición de su programa mesiánico con judíos y paganos, vuelve a territorio judío.
Marcos describe un segundo reparto a una multitud que no pertenece a Israel. Conforme al programa universalista de Jesús, el evangelista expone en este episodio, lo mismo que en el primero, el programa mesiánico, pero ahora en relación con los pueblos no judíos.
La sensación que causa el resultado de la acción de Jesús es extraordinaria, aunque solamente en los circunstantes y no en el afectado.
Marcos describe así este viaje de Jesús a Tiro como algo realizado por propia iniciativa suya, en consonancia con la índole universal de su mensaje
El corazón es la sede consciente de los comportamientos humanos; en él se sitúan las disposiciones permanentes de donde dimanan los actos.
“que por más que escuchasen no entenderían”. Aquí no habla en parábolas; los que han de escuchar y entender son aquellos a los que ya se ha expuesto el secreto, es decir, los dos grupos de seguidores, discípulos y multitud.
Los fariseos y letrados se dirigen a Jesús con el mismo tono exigente, usado por los discípulos de Juan y los fariseos discípulos “¿Por qué razón tus discípulos no ayunan...?”.
Los débiles/enfermos perciben a Jesús como una fuente de salud y de vida, y dispuesto a comunicarla.
Jesús y los suyos están separados, sin contacto, por iniciativa de Jesús. Él ha querido alejarlos de la multitud y los ha enviado solos en dirección a Betsaida.
Orientar a la gente no era cosa simple. Eran muchos los puntos que había que tocar y enderezar (“muchas cosas”). La multitud necesita una larga instrucción. Jesús les ofrece el “pan” del mensaje, el alimento que puede dar vida a este pueblo.
Lo primero que necesitan es un alto para recapacitar, para “estar con él” y asimilar su mensaje
Herodes se atribuye la posibilidad de satisfacer cualquier deseo de la joven; se considera dueño de todo y con poder para todo.
El rencor y la hostilidad de Herodías contra Juan no disminuyen. Mientras Juan esté vivo será un peligro para ella. Por eso quiere quitarle la vida, pero hay un obstáculo a su propósito: el temor que siente Herodes por Juan.
Pero Herodes, al oírlo decía: “Aquel Juan, al que yo le corté la cabeza, ése ha resucitado”.
Entonces convocó a los Doce y empezó a enviarlos de dos en dos
No hay profeta despreciado, excepto en su tierra, entre sus parientes y en su casa
Habían puesto cierta esperanza en Él, pero ante la muerte, estiman que ni siquiera de Él se puede esperar solución. Para ellos, Jesús habría podido fortalecer una vida agonizante, la del pueblo dentro de las antiguas instituciones, pero no puede restituir la vida donde ya no existe, ni hacer posible un nuevo comienzo sin conexión ni continuidad con el pasado.
Piensa que el contacto, incluso mínimo (“aunque sea la ropa”), le hará salir de su penoso estado. Su certeza es total (“me salvaré”). Esto es lo que después Jesús, llamará “fe”.
Sólo un motivo poderosísimo ha podido inducir al jefe de la sinagoga a buscar ayuda en Jesús. Además, el paso que da es plenamente deliberado: Jesús está fuera de la ciudad, “junto al mar”, y él tiene que ir expresamente a buscarlo.
El hombre ha de comenzar la misión dentro de su sociedad; no tiene que salir de ella para ser liberado de la esclavitud; basta crear en su interior una alternativa. Debe mostrar a sus compañeros de opresión un nuevo camino hacia la libertad.
La estrategia de Jesús frente al poder opresor no consiste, pues, en enfrentarse violentamente con él, sino de comunicar al oprimido una libertad y autonomía que lo hacen independiente de las estructuras injustas del sistema.